Todo discurso ejercido desde el poder de Estado debe ser conciliador, equilibrado, armónico y acorde a la ley. Sin embargo, las actitudes reflejadas desde el poder político son cada día más radicales y polarizadas hacia el “tremendismo” y el “terror” que en lugar de tranquilizar y aquietar la crispación social y el malestar general lo que hace es propiciar aún más la sensación de “catástrofe” o “inutilidad” total. Si la autoridad acusa un delito, está legitimada para ello, pero si a la autoridad se le acusa, (revueltas, sublevaciones, huelgas, conflictos sociales, etc), la respuesta habitual es la de esquivar o desviar la atención hacia otros actores ajenos a ella misma. Por ejemplo, hoy mismo, ante el nuevo atentado de violencia de genero producido en Fuenlabrada, el delegado de violencia de genero Miguel Llorente afirma:
«Hay hombres que están pensando en matar a su pareja; es un proceso, que meditan y cuando encuentran elementos de refuerzo con los que se identifican en esas imágenes pasan a la acción».
Además considera que la influencia de los medios de comunicación ante el maltratro fomenta o alienta la acción delictiva en los oyentes. Dicho con sus palabras: “el Gobierno se plantea recomendar a los medios reducir el tratamiento y controlar las imágenes» sobre estas agresiones. La mayoría de los ciudadanos opinan que las noticias sobre la violencia de género son demasiado sensacionalistas, mientras que el Gobierno advierte de que frivolizar a la hora de informar acerca de estas agresiones refuerza al maltratador y genera dudas en las víctimas.” ¿Qué podemos desprender de estas afirmaciones?. ¿Esataremos legimitamndo un comité de censura periodística y global que defina un “canon” sobre lo“politicamente correcto” para evitar situaciones de violencia encubierta o explicita.
«No hay que frivolizar nunca con la violencia de género porque refuerza a los agresores y genera dudas en las víctimas», ha dicho. Para Lorente, «la respuesta a la violencia de género está en la sociedad, por ello es fundamental el tratamiento que se da en los medios de comunicación».
Creo que el delegado lo ha expresado muy bien; primero piensas, luego actúas. No hay acciones automáticas o compulsivas que el actor realiza sin ningún tipo de control o racionalidad, no; el agresor, primero lo piensa y luego actúa. Si es así, tal y como lo expresará José Antonio Marina, en su libro “la inteligencia fracasada” y en “las culturas fracasadas“, así como hay un esplendor de la inteligencia humana, también hay una decadencia o perdida de referencias, lo que conduce a las actitudes violentas e irracionales. El fracaso social es la consecuencia de una “mente colectiva fracasada”, y sobre esto hay que ahondar en el análisis y en el estudio sobre lo que está ocurriendo con la “violencia de genero” o la “violencia” en todas sus formas. No es propio de sociedades “civilizadas” un nivel de barbarie y decadencia que dé como solución o resultado “aniquilar” la vida del semejante. Ante la expresión de que “no se puede frivolizar”, es obvio, que no se puede frivolizar, y no creo que existan medios de comunicación que “frivolicen” desde una editorial seria, con este tipo de noticias, pero creo que lo que nos está insinuando es algo más complejo, algo más allá de nuestras posibilidades como sociedad a la deriva tal vez… ¿Qué quiere decir con “un tratamiento en los medios de comunicación”?. ¿“Comité de censura“, “filtración o análisis de los mensajes“, capaces de calibrar el uso e impacto de las palabras antes de ser emitidas por cualquier medio?. José Maria Chamorro en su libro “lenguaje, mente y sociedad” plantea en su investigación, la importancia del “significado” de los mensajes, insistiendo en la “oscuridad” en la que permanece aún este asunto. Sin duda no es tema baladí.
La violencia es una constante en todas las civilizaciones o comunidades humanas. Hannah Arendt en su ensayo “sobre la violencia”, considera que esta no puede legitimarse jamás, aunque en ocasiones sea justificada por el Estado para garantizar la cohesión de la sociedad.
“El poder corresponde a la esencia de todos los gobiernos, pero no así la violencia. La violencia es, por naturaleza instrumental; como todos los medios siempre precisa de una guia y una justificación hasta lograr el fin que persigue. Y lo que necesita justificación por algo, no puede ser la esencia de nada. El fin de la guerra es la paz o la victoria. La paz es un absoluto”.
Pero para llegar a ello siempre tendremos que apelar a la “educación”, el “sentido cívico” y la “ética” como referentes para ciudadanos responsables y preocupados por su relación consigo mismo, con el semejante, y con la naturaleza que le permite ser, y justamente la “ÉTICA” , es lo que menos abunda en nuestras sociedades.
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