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domingo, 24 de octubre de 2010

La práctica de la meditación


Meditar no es pensar, tampoco es sentir, tampoco es ver. ¿Qué es meditar?. Ya tenemos la pregunta, la pregunta pide una definición, pero la definición no resuelve la pregunta. No podrá resolver hasta que la experiencia sea compartida y utilizada por todos o al menos una gran mayoría de personas que cuando decimos “meditar” sepan lo que es por lo que hacen, o no hacen.
Lo que parece claro es que la meditación es una “experiencia”, que puede ser compartida, pero que se realiza en lo “personal” y tiene que ver directamente con nuestra “percepción” y con nuestra “mente”, ¿es un estado de percepción mental?. ¿Cómo puede ser esto?. ¿Puede haber un estado de “percepción interior mental”?. Cuando decimos “estado” implica “actitud” ante el “yo”, lo “otro” y lo “universal”, y cuando decimos “actitud” estamos diciendo posicionamiento ante la experiencia, la vivencia.
Sin embargo cuando intentamos comunicar esa “vivencia” ocurre lo inevitable:

1.- El concepto no es el objeto.
Desde que usamos el lenguaje objeto y referencia, han sido puntos de atención críticos desde la filosofía del lenguaje, la epistemología y la neurolingüística, por citar algunos campos del saber. Sin embargo, cuando hacemos referencia a la “meditación”, emergen niveles de complejidad sobre el significado y la referencia que dificultan la comprensión.
incompatibilidad entre referencia y objeto: un referente gramatical o sintáctico no puede expresar el objeto en su totalidad es solo una indicación, una señal no en si el objeto referenciado, por tanto no es relevante desde el punto de vista de la intersubjetividad o la objetividad sobre la “experiencia”.

2.- “El camino no es la acción” La respiración, la atención despierta y lúcida, la postura correcta, la “percepción sensorial de lo que fluye por la mente”, son elementos que forman parte del proceso de meditación, pero no es la meditación. Cualquier intento por descifrar o describir que es y que es lo que ocurre durante “el proceso”, no logra describir el estado, porque todo intento por describir es siempre incompleto y referencial, pero no explicito.
Por ello, y para concluir, “meditar” es una experiencia, única, intransferible y universal, abierta a cualquier ser humano, con una inquietud por experimentar.
Alan Wallace en su obra “Mente en equilibrio”, hace un profundo análisis de la concepción entre ciencia, budismo y cristianismo, respecto a este “ejercicio” del “despertar” a la meditación.
Desde una reflexión sobre el “¿quién soy yo?, la contemplación, y los estudios científicos de la “meditación” nos lleva a través de un interesante viaje por la difícil brecha entre oriente y occidente, en un esquema muy académico e instructivo sobre esta experiencia. Armonizando el viaje entre capítulos prácticos como “estar atento a la respiración de la vida”, “la unión de la quietud y el movimiento”, etc y capítulos teóricos como “volver a la realidad”, “conocer y sanar la mente”, “la vacuidad de la mente”, etc., que a través de un lenguaje práctico y directo conecta rápidamente con la experiencia y las necesidades del lector, ayudando a alcanzar una autonomía suficiente para la práctica de esta vivencia: “la meditación”.
ver enlace: Alan Wallace
articulo IAC

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